



La pesca milagrosa
No fue solo prosperidad, fue obediencia.
Pedro, experto en su oficio, sabía que no había peces. Había pasado la noche entera intentándolo, sin resultados.
Entonces apareció Jesús —aunque no lo reconocieron— y les dijo: “Echen la red a la derecha”.
Sin discutir, sin excusas, obedecieron.
Y en esa obediencia no solo hallaron abundancia, sino también la revelación: los ojos se abrieron, y pudieron ver al Cristo resucitado.